viernes, 3 de noviembre de 2017

ANTONIO PORPETTA EN POETAS EN EL ATENEO



ÁRBOL

(De “La huella en la ceniza”)
Arriba,
el tronco erecto, fiel a su estatura,
valientemente alzado hacia las nubes,
la hospitalaria copa navegando
las audacias sin fin de cada viento,
el alegre bullir de savia nueva
en sus hondas y cálidas entrañas,
el verde parpadeo de sus hojas,
su acogedor arrullo, su serena
estampa de gigante adormecido.
Abajo,
un mundo inaccesible y turbulento
pleno de oscuridad e incertidumbre.
Raíces laborando como topos,
retorcidas, vibrantes, imponiendo
sus leyes cotidianas e infinitas,
extendiendo con furia sus dominios.
No hay mañanas, ni trinos ni contornos:
solamente un recóndito silencio
y una ciega avaricia encarnizada…

Lo mismo que ese árbol anclado en el sendero
yo tengo mi paisaje abierto a un horizonte
de eternas madrugadas, de pájaros insomnes,
y una esperanza nueva que me recubre el alma
como una primavera que estreno cada día.

Lo mismo que ese árbol, yo tengo mis penumbras,
mis luchas doloridas, mis viejas soledades
horadándome el pecho, y una vaga nostalgia
posada entre las venas, acechando un resquicio
para inundar mi pulso con su tristeza viva.

Lo mismo que ese árbol, me crezco en la alborada,
comento con la tarde mis últimos poemas
y encierro en un profundo destierro sin fronteras
mis íntimas heridas, mis tedios, mis hastíos.

Lo mismo que ese árbol, olvido la ventisca,  
las estepas heladas, el vendaval de aullidos 
que el desamor y el odio alientan y derraman,
y ofrezco al caminante mi sombra y mi remanso.

No hay comentarios: