Estimados amigos:
Ayer, al acabar de preparar mi pequeña aportación a la deuda que
tenemos con Ricardo Llopesa por su amabilidad y ayuda que siempre prestó a los
miembros de EL LIMONERO DE HOMERO, hablé con Blas y me quedé con las ganas de
añadir alguna foto. Me fue imposible encontrar alguna después de la tarde
entera dedicada a buscar por los laberintos del disco duro y de las entrañas
del impío ordenador. Entre sus redes y mi memoria, advenediza cada vez más, me
tejieron una malla tan tupida que me fue imposible desenredarme y encontrar una
sola foto de Ricardo.
Esta mañana,
ahora son las 14 horas, más fresca mi antojadiza memoria, he pensado en el blog en donde en su día iba
anotando cosas, y así empezó a amanecer, aunque las fotos ya habían perdido densidad.
De todos modos me sirvió para recordar muchas cosas y, efectivamente, fue
apareciendo información de Ricardo y de las actividades del grupo EL LIMONERO
DE HOMERO. Comprobé que en junio de este año se cumplió el décimo aniversario
de la creación de mi blog de POESÍA. Y parece que fue ayer. Y cuántas cosas ha
borrado la memoria. De muchas noticias ni me acordaba, pero sí me sirvió la
reflexión para que, sobre la marcha, fueran alumbrando las farolas y asomase la
luz por los resquicios de mis recuerdos.
Poco a poco,
pues, fui recomponiendo situaciones y, precisamente en el residuo de los
objetos que incluyo en el blog y que algunas veces guardo en el disco duro,
encontré unas valiosas fotos —para mí— que voy a intentar trasladar a Facebook,
ya que en este blog sería antiestético por la cantidad de ellas que quiero
pegar.
La calidad no es
la deseada y os pido perdón por ello. La intención me salva. He conseguido
seleccionar algunas relativas a la presentación de nuestros dos primeros
libros, a la invitación para asistir a una de las sesiones en el Ateneo, al bar
de las reuniones, a la Feria del Libro y a la invitación culinaria en mi casa
cuando yo vivía en la calle Trafalgar.
Esta mañana he
hablado con Nacho, su hijo, y me ha informado del pesar que embarga a su
hermana y a su madre. Desde aquí, una vez más, me uno al pésame por la pérdida
de una persona irremplazable.
Gracias a todos
por estar ahí y comprender las circunstancias que rodean mi tristeza.
Un abrazo muy
fuerte.
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