MONTE FUJI, EL MÁS ALTO DE JAPÓN |
I
I.- BREVE Y ELEMENTAL HISTORIA DE LA POESÍA
JAPONESA
A raíz de dos viajes a Japón, en los años 2013 y 2014
respectivamente, empecé a interesarme por la poesía japonesa. Contemplar a
varias geishas paseando por el barrio de Gion —en el lado oriental del río
Kamogawa que transcurre lentamente por Kioto—, esas calles tan viejas y las
tiendas con sus adornos japoneses y su gente, una pobre sentada en la acera con
sus pertenencias pidiendo una foto, los cuervos picoteando las bolsas de
basura, las luces de los faroles de papel multicolor, el respeto a la gente
mayor, ese devolver la tarjeta de compras con las dos manos y la reverencia…,
movieron mi sensibilidad. Aunque ya antes en diversas ocasiones me había
interesado la cuestión por el conocimiento especialmente del haiku, fue en estos viajes cuando
aprendí a disfrutar y sentirme atraído por la sensibilidad y características
culturales e idiosincrásicas de ese país.
He de confesar que en el mundo
poético en el que me desenvolvía no era muy estimado este tipo de expresión
poética. Por eso me gustaría que borráramos todos los prejuicios sobre los haikus y que abriéramos nuestros sentidos para disfrutar, con toda
la humildad del mundo, ante las manifestaciones poéticas de este tipo,
especialmente porque nos va a proporcionar una concepción de la belleza en la
que tiene mucho protagonismo una nueva manera de observar y apreciar el mundo
que nos rodea y la situación que ocupamos en él.
Para
Carlos Rubio (El pájaro y la flor.
Alianza Editorial, 2011) el portugués Luis Frois fue el primer
descubridor de la cultura japonesa para occidente, en el siglo XVI, siendo en
el siglo XIX cuando el fenómeno del japonismo
se instaló en Europa (Japón se convirtió en
la figuración más exquisita y distante del Otro que hay entre nosotros),
descubriendo que «Los japoneses hacen muchas cosas de forma exactamente opuesta
a lo que los europeos juzgan natural y conveniente» (Basil Chamberlain). Rubio
añade: «La poesía ha asumido en Japón, país poco aficionado a la especulación y
a los valores trascendentales de las culturas monoteístas, el papel que la
filosofía y la teología han desempeñado en nuestra cultura». Por ello conceptos
éticos o religiosos se han tratado de manera estética y poética. La mentalidad japonesa
«suele concentrarse más en la parte que en el todo, en términos de espacio; y,
en términos temporales, más en la vivencia del presente que en una visión
racional y estructurada en donde se integran pasado y presente». De ahí que el
poema japonés sea breve en la forma y fuerte en el énfasis de la percepción
sensorial, frecuentemente visual. Y
es tan importante, que no se concibe la prosa literaria sin poesía lo mismo que
tampoco se concibe la liturgia cristiana sin música.
HAIKUS:
1
Día de lluvia.
En la linde del
agua
la flor de
loto.
2
Chicharra
inmóvil
en el tronco de
un árbol.
Las hojas
tiemblan.
3
El tiempo vuela.
Cerca del
aeropuerto
dos hombres
corren.
4
Flor de cerezo.
Agua de
primavera
llena el
arroyo.
5
Atardecer.
Un gorrión en
el árbol
bajo la lluvia.
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