FRANCISCO MORALES LOMAS
ha tenido el valioso detalle de reseñar
LA VIDA QUE VIVIMOS,
lo que agradezco MUY sinceramente.
Aprovecho la ocasión para desear a los que de vez en cuando os asomáis a mi muro de FB, mis mejores deseos de salud y felicidad para estas fiestas navideñas y año nuevo y, MUY especialmente, a las víctimas de la DANA dándoles ánimo para no perder la esperanza en las ayudas y en que los políticos pasen de pelear por triunfos pírricos dejando al margen su obligación de preservar los derechos de las personas que los han votado.
Para los que tengan interés en leer el contenido de la reseña, copio literalmente el texto.
Vicente Barberá publica “La vida que vivimos”, un homenaje a la lectura
FRANCISCO MORALES LOMAS
Córdoba
Al entrañable Vicente Barberá Albalat tuve ocasión de conocerlo hace algunos años en Valencia, junto al inolvidable amigo Ricardo Bellveser, ahora que la desgracia se ha apoderado de tan idolatrada tierra donde por primera vez mis ojos contemplaron el mar en la infancia. En los últimos años he leído en profundidad algunos de sus libros, entre los que destacamos ‘Puedes ser feliz si te lo propones’ (2009), ‘De amor y sombras’ (2014), ‘Ensayo para un concierto y otros sonetos’ (2016), ‘Después del amor’ (2018), ‘Flor en el agua’ (2018), ‘Pautas para ser feliz’ (2018), ‘Sonetos impares’ (2020), ‘Oscura y clara luz’ (2020)... Ha sido maestro, profesor de enseñanza secundaria e inspector jefe, subdirector de Educación y agregado de Educación en Suiza, Liechtenstein y Austria.
‘La vida que vivimos’ (2023) es un libro enormemente solidario y un homenaje a la lectura. Son múltiples las selecciones de textos de otros autores que van intercalando su obra con citas textuales en cursiva como figura en la relación de poetas citados (p. 157) y las notas al final. Entre otros Manrique, Storni, Gil de Biedma o Borges. Es algo a destacar en esta obra porque, habitualmente, otros escritores lo que hacen es introducirlos directamente sin decir la procedencia, jugando a la intertextualidad anónima. Él los cita y dice al que pertenecen. Algo que debe ser celebrado.
La obra, como indica su título, es un recorrido vital: «A la vida que he vivido por haberme permitido disfrutar y sufrir con intensidad los momentos pasados». Barberá Albalat es consciente de que cada uno sigue su camino, «distinto y divergente», y este camino es su poesía construida a través de las cuatro estaciones, siendo la primavera, las experiencias primeras y el amor platónico; el verano, la primera madurez; el otoño, la serenidad y comprensión de los conflictos, y el invierno, el deterioro físico y mental.
Pero siempre muy optimista considera que la vida es un regalo, como puede desprenderse del poema de Silvia Schmit titulado «Y tuve que aceptar». En el Prefacio recoge diversas opiniones sobre autores varios invitados al Ciclo Poetas en el Ateneo, entre los que me hallo, sobre qué es la poesía. Su lírica es directa, clara, ahondando en lo más profundo, a través de un lenguaje sencillo que nos permite adentrarnos por el recorrido memorial - aquella alegre escuela abandonada»- o la necesidad de vivir la existencia con profundidad, aprendiendo constantemente su sentido («Ignorábamos que/ vivir no es solo respirar»), el sentido de la tierra, el paisaje, la justicia…, y siempre un corazón que palpita («Mi corazón ardió / en la noche encendida»).
A veces confidencial, otras exaltando el amor o reencontrándose en su propio desconsuelo. El placer del verano con eros y la sensualidad creciente en ese río vital y el anhelo de la conquista, pero a veces también «harto de tanta mansedumbre»: «Soy un tipo gentil / de carácter jovial / y no aguanto ya más tanta gilipollez».
Existe una gran variedad temática, aunque hay un hilo conductor fundamental que aúna la rememoración y el análisis vital ofreciendo todo tipo de emociones y ahondando en el sentido de la existencia como «Héroe del infortunio / abrazarse al mar entero / para volver a tu Ítaca». El miedo, los deseos, los golpes de la vida, los huecos de la sangre, todo un discurso de lo cotidiano en ese diálogo entre Parménides y Heráclito que nos anuncia un corazón que palpita. A veces íntimo, otras dialógico, buscando la identidad de la patria, el efluvio de la música, y la infancia como reclamo.
Sufrimiento
Pero también existe el sufrimiento en su cita de la Tierra Baldía de Eliot, o la humildad al reconocer que «Casi nada conozco / a pesar de lo vivido». Es alguien que enjuicia la vida y ofrece sus luces y sombras, su verdad y su mentira, su presencia y olvido, su actitud crítica, y siempre el compromiso con lo vivido, los viajes y el encuentro con pueblos y amigos: «Vivir consiste / en siempre andar corriendo / en busca de una meta inexistente / en un mundo de paz inencontrable». La utopía puede ser un puerto, como la música y el misterio, pero también la consciencia del final, sabiendo no obstante que el amor es uno de los grandes temas a destacar siempre en esta infame selva en la que tanto juego de máscaras existe.
El último apartado, el invierno, nos anuncia la despedida interminable que es el vivir, con un suceso gris que es la muerte, «una bruma que hiere hasta en el aire», siendo consciente de que morir o no morir no es cosa nuestra y el destino es incierto, y somos como Ulises navegando otros mares percibiendo que nadie es feliz eternamente, en recorrido vital donde no sabemos caminar «sobre la tosca tierra de funámbulos/ sujetos al dolor y la intemperie».
(‘La vida que vivimos’. Autor: Vicente Barberá Albalat. Editorial: Olé libros. Valencia, 2023).
(Aparecido en: CUADERNOS DEL SUR, SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA. SÁBADO, 14 DE DICIEMBRE DE 2024).
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