NO
SE PERDIÓ EL AMOR EN EL OLVIDO
Estos muebles añoran tu mirada.
La casa donde habitan está sola.
La casa donde habitan está sola.
No es la misma sin ti.
No es la misma.
Ni las fotos retienen tu presencia.
Es invierno y el frío me atenaza.
El aire invade
El aire invade
los huesos de la noche.
El tiempo es infinito
El tiempo es infinito
sin el temblor azul de tu sonrisa.
Tu eco lejanísimo no asoma por la puerta.
Ahora el cielo es gris.
A veces, calma y desespero vano
para quienes habitan esta casa
sin vida y en lo oscuro.
La contumaz distancia
subsiste, permanece
y busco en su victoria
y busco en su victoria
la causa de tu ausencia.
No se perdió el amor en el olvido.
Tu esencia permanece en el espacio
Tu esencia permanece en el espacio
y en los muros limados de la iglesia
que surgen de un extremo de la plaza,
que surgen de un extremo de la plaza,
donde una escasa luz mantiene sucio
el tímpano roído de su pórtico.
el tímpano roído de su pórtico.
Y la gente,
como sombra de un bosque enmudecido,
como sombra de un bosque enmudecido,
avanza día a día
sobre la piedra transitada
que el tiempo ha transformado
sobre la piedra transitada
que el tiempo ha transformado
en espacio de roces y desgaste.
Tu risa destacaba como luz
de antiguas complacencias.
Hoy es nada y sus ecos ya no suenan.
Tal vez te encuentres lejos
con un bolso repleto de inmensa soledad.
con un bolso repleto de inmensa soledad.
No se perdió el amor en el olvido.
Tus besos y locuras
son ríos que se fueron.
son ríos que se fueron.
Hoy todo es un enigma
y el eco de mi cama
suspira por tu aliento.
y el eco de mi cama
suspira por tu aliento.
Tu forma, impermanente, se diluye.
Sólo el amor persiste en mi recuerdo.
(De Después del amor, Olélibros, 2018)
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