martes, 14 de abril de 2020

COVID-19


COVID-19 (Alias coronavirus)

Son las 08:35, acabo de ordenar las cosas de la cocina y de desayunar, y se me ocurre abrir el móvil. Si pedir nada, aparece en la pantalla “Directo (en rojo) Coronavirus (en aul): (…) noticias de última hora Illa confirma que ya se ha alcanzado el pico de la epidemia”. Abro el vídeo que se me ofrece y el señor ministro de sanidad me informa de que ya se ha alcanzado el pico de la pandemia, 17.484, y se hace referencia a que es la cifra del lunes. Intrigado, abro el ordenador y la estadística del periódico El País, que es la que consulto habitualmente, nos dice que los muertos son 17.484. La misma cantidad, y hoy es martes.
            Hasta aquí todo puede parecer normal. Lo único, y no es poco, que me llama la atención es que yo no he buscado esa información y me pregunto: ¿quién la ha puesto en la pantalla de mi móvil cuando la costumbre que tengo es la de poner música y caminar por la casa escuchando ópera, rancheras o tangos? ¿Cómo se han atrevido y por qué etc., etc.? ¿No me pueden dejar tranquilo y que sea yo quien elija lo que me interese? Desde que me limitan la posibilidad de compartir informaciones por WhatsApp a una sola (aunque de una en una se pueden compartir como se quiera, al menos hasta ahora) pienso: “¿hasta qué extremo estoy controlado? ¿Por qué no me dejan tranquilo de una vez?”. En fin, la manipulación, que es inevitable y que siempre ha sido aperitivo preferido de los poderes públicos, privados y personales, parece que en estos momentos vaya en aumento.
            Pero vayamos al grano: ¿Sabe alguien qué está pasando con el COVID-19? Y lo que es más difícil: ¿Sabe alguien lo que pasará mañana, dentro de unos minutos? ¿Por qué ese empeño en asegurarnos esto y lo otro, que lo blanco será negro dentro de unos días… ¿Dónde está a verdad? Y todo el mundo, hasta los más ignorantes, pretende darnos información de lo que va a pasar. ¿Por  qué no nos dejan tranquilos y se dedican de verdad a estudiar la evolución de la pandemia y se esfuerzan a encontrar los medicamento y estrategias necesarias para vencerla? ¿No sería mejor que nos dejaran tranquilos mientras los investigadores cualificados y  políticos de verdad se dedicaran a resolver el asunto sin crear tantas dudas e incertidumbre?
            Amigos, ya escribo demasiado, pero en España, si hay 17.489 muertos por el COVID-19, tenemos la tasa porcentual MÁS ALTA DEL MUNDO. Basta con hacer una regla de tres considerando la población del país en 47 millones. Y eso sí que es una cifra alarmante después de más de un mes de confinamiento.
            Gracias por vuestra paciencia. Y permitid que acabe de aburriros con un poema. A mí me permite comprobar que sigo vivo recordando aquella pasión de los primeros años de juventud. Un fuerte abrazo a todos.


PRIMERA PASIÓN

Cuando escapa el amor a las palabras.

El sol que se refleja en la pared
resaltando las sombras y perfiles,
está pintando un cuadro en mis recuerdos.

Los visillos impiden que la luz
ilumine la estancia de mis dudas
sin saber qué color haya que darle
ni qué mano templar para pintarlas.

Porque el amor empieza al terminar
la primera pasión, algo enfermiza,
que llena la razón de sinrazones.

2 comentarios:

Julio Alcalá Neches dijo...

BAJAR LA ESCALERA NO ES DES-ESCALAR ES DESCENDER.

Subir la escalera desde la libertad de la calle
no ha sido escalar una montaña, sino
ascender hacia el recuerdo diario de la muerte,
terrible idea que habíamos logrado obviar.
Todos vueltos mortales sin el cuando ni el como
y asesinos con probables besos de Judas.

Una vez instalados en el piso del miedo a vivir,
en el pánico al beso y al abrazo,
bajar la escalera no será des-escalar.
Va a ser el descenso a un infierno dantesco:
el de las distancias que traen odio,
el del paternal control del Estado,
el del proscrito abrazo fraternal,
el que separa a padres de hijos.

En nuevas calles el aplauso mata el consuelo,
la protección censura la fraternidad.

vicente barberá albalat dijo...

Muy buen poema, Julio.

Estoy dándole vueltas a un artículo sobre las consecuencias, para mí nefastas, que se avecinan por el predominio de la cibernética y la avaricia del poder capitalista sobre la ignorancia y bondad de la gente.

Un abrazo.