Flor en el agua (Lastura, 2018)
Introducción (III)
Templo Sensoji en Tokio |
II.- HAIKU
Recuerdo la
anécdota de un recital en APRJUV (Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad
de Valencia) en el que un asistente le preguntó a la poeta por qué no leía los haikus al mismo tiempo que los
presentaba en la pantalla. Le contestó: «Los haikus están hechos para leerlos interiormente en un espacio
tranquilo y sosegado». Es como si se tratara de meditar cuando en la tradición
budista se acude a los mantras como compendio de compasión y sabiduría. (Así Om mani padme hum, La joya del loto).
Sería
preciso adentrarse en la cultura y tradición japonesa para intentar entender
este tipo de manifestación poética de un pueblo tan respetuoso con sus mayores,
con el valor de la jerarquía tan arraigado (samuráis) y con convicciones
religiosas tan específicas.
Para
Kazuaqui Ura y Pau Marqués (Seixanta-un
haikus per a les quatre estacions. L’Aljamia, 2006) el haiku es «una
composición poética breve, que combina la musicalidad del verso con la
caligrafía». Se trata de crear una armonía entre el texto y la grafía, de
manera gráfica, como una fotografía.
Pero,
obviamente, no es solo eso. Hace falta penetrar en el sentido de la vida del
pueblo japonés, tan suigenérico como
atractivo para un occidental. Se trata del aware
(consciencia, emoción, asombro), algo así como «El sentimiento profundo que nos
embarga al contemplar una hermosa mañana de primavera, y también la tristeza
que nos sobrecoge, al mirar un atardecer otoñal. Pero, ante todo es un
sentimiento de delicada melancolía que puede derivar en una profunda tristeza
al sentir hondamente la belleza caduca de todos los seres de la naturaleza», según
Salvatore Vinyatti.
Para algunos, su origen se remonta al siglo XVI, dentro de los monasterios zen, pero Matsuo Basho (Ueno, 1644 -
Osaka, 1694) lo popularizó. Fue el
poeta más famoso del periodo Edo, de Japón, reconocido por su obra el Haikai no renga —breves poemas
encadenados como forma tradicional de poesía japonesa—. Es uno de los cuatro
maestros del haiku con renombre
internacional. Cultivó y consolidó el haiku
con un estilo sencillo y con un componente espiritual. Muchos de sus poemas se
encuentran en lugares y monumentos destacados de Japón. Empezó de muy joven y
se integró en la élite intelectual japonesa llegando a ser una personalidad
literaria, a la que, no obstante, renunció prefiriendo la vida monástica. Fue
un gran viajero e investigador de las fuentes poéticas del Japón. Dice: «No
sigo el camino de los antiguos, busco lo que ellos buscaron». Pretende expresar con nuevos medios el
mismo sentimiento concentrado de la gran poesía clásica. Sus poemas están
influidos por una experiencia de primera mano del mundo que le rodea y, a
menudo, consigue expresar sus vivencias con una gran simplicidad. El haiku, para él es «sencillamente lo que
sucede en un lugar y en un momento dado». Son innumerables los poetas de ambos
sexos que siguieron sus enseñanzas.
HAIKUS
10
Calor y moscas.
Un campesino
avienta
con una pala.
11
Pétalos
muertos.
El viento de
poniente
sobre un
geranio.
12
Kioto en
verano.
La chicharra en
el césped
de Nijo-jo.
13
Nieve de otoño.
Dobladas por el
peso
caen las hojas.
14
Se abren las puertas
del Jardín
Imperial.
El viento ulula.
El viento ulula.
15
Sol en la
charca.
Superficie brillante,
hojas flotando.
hojas flotando.
(Vicente Barberá Albalat)
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