Ah, Clotilde, querida,
si lo hubieras podido ver...
Marzo me dio la vida. Y los poetas
corrieron a abrazarme.
Mi madre compungida
pendiente de la guerra en Los Ibarzos
y mi abuela escondiéndome
debajo de las ramas de un olivo.
Mis lloros asustaban las cigarras
y los Junkers volando bajo el cielo
con su carga mortífera
cantaban a la muerte.
Fueron tiempos difíciles
y a mi abuela cuando habla de los mismos
se le llenan de lágrimas los ojos.
Ah, pueblo tan querido, tan llorado,
me dejaste recuerdos y metralla.
A ello se debe mi propensión
a ciertos tipos de melancolía,
que no son sino el disfraz del gozo
que por hábito enviste a la tristeza,
a ese no estar en mí que, a veces,
me acompaña en mis vuelos y caídas.
Hoy estoy sin tu risa y no sé dónde.
Notas:
1.- Los versos en cursiva son de Ricardo Bellveser en El sueño de la funambulista (Olé Libros, 2018, p. 188)
2.- El poema pertenece a La vida que vivimos (Olé Libros, 2023, p. 60)
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