domingo, 23 de junio de 2024

MAGDA VILLA: Crónica de la clausura del curso poético de las aulas I y II del Ateneo Mercantil de Valencia.

 

Foto en la entrada del Ateneo con Magda y, de izquierda a derecha, Blas Muñoz, Antonio Mayor y Vicente Barberá.

CRÓNICA DEL RECITAL DE POESÍA FIN DE CURSO DE LAS AULAS I y II en el Ateneo Mercantil de Valencia celebrado el 17 de junio de 2024.
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Era una tarde calurosa del ya casi verano que tenemos en puertas. Tenía cómodo ir al Ateneo porque la parada del bus la tengo prácticamente bajo de mi casa y cualquiera de los autobuses que pasan me dejan casi allí, así que miré la aplicación de la EMT y cuando vi que faltaban unos minutos para que pasara, me bajé. Perfecto, llegué yo y llegó el bus, iba bien de gente y se estaba fresquito. En cinco minutos llegué. El año pasado recuerdo que me retrasé porque pensaba que empezaba a las siete, esta vez miré bien la hora y antes de las seis y media estaba allí.
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Entré en el salón Sorolla, dejé la chaqueta en el respaldo de la silla de la última fila y me acerqué a saludar a mis queridos y queridas poetas que ya estaban allí. Este año no estaba animada para salir a leer, son esos altibajos que me están produciendo mi situación familiar y no le mandé ningún poema al Coordinador del Aula I (que es mi Aula) para que lo incluyera en el cuadernillo que se hace siempre con los autores y los poemas de esa tarde.
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Lo que pasa es que, esa misma mañana, dentro de esa volubilidad de sentimientos que decía antes, pensé que sería una bonita forma de cerrar el curso leyendo el último poema que se trabajó en mi Aula este curso y que creo que quedó muy bien, así que lo imprimí y cuando llegué le pregunté al Coordinador si podía leerlo. Estaba sentado con Rosa Llorens, presidenta del Aula II, (el Aula I no tiene presidente ni presidenta porque no es una asociación, solo tiene un Coordinador porque forma parte del Ateneo y que actualmente es Félix Molina Colomer). Ambos, tan comprensivos con esta poeta un poco voluble “qual piuma al vento” estos últimos años, me dieron su aprobación y me dijeron detrás de quien leería, por cierto, menudo cierre de recital este año, intervino la cantante lírica Ana María González que interpretó un par de piezas preciosas, la primera de la Boheme y en el bis que hizo a petición del público El Mago de Hoz, precioso, la verdad.
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Éramos muchos los que teníamos que ir al micrófono a leer nuestros poemas, así que poco a poco nos fuimos sentando todos en nuestras sillas y dio comienzo el acto. Lo abrió mi querido Vicente Bosch, responsable del Área de Cultura del Ateneo, quien nos dio las gracias por nuestra presencia y se marchó a otro acto que tenía lugar en el mismo edificio a la misma hora, no para, está en mil sitios a la vez y llega a todo.
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Siempre me equivoco con el año, pero yo creo que fue sobre 2006 cuando empezamos a reunirnos un grupo de poetas o más bien aspirantes a poetas en el Club de Poetas del Ateneo, éramos pocos, pero con mucha ilusión, por ejemplo, Vicente Barbera Albalat a la cabeza organizándolo todo, archivando lo que íbamos haciendo y todas esas cosas; nuestro querido poeta Joaquín Riñón estaba en ese club poético, siempre me acuerdo de él en este tipo de actos porque nos dejó hace poco; también estaba Mariam Sarrió (que este año no pudo estar en el recital por motivos de salud, pero se leyó un poema suyo); Blas Muñoz Pizarro se unió posteriormente ya con algún premio debajo del brazo, y algún poeta o aspirante más. El Club de Poetas del Ateneo se acabó, como acaba todo en esta vida y desde entonces han pasado muchos años; la poesía volvió después al Ateneo con la constitución del grupo poético El Limonero de Homero, el Aula I y las tardes de poesía de Poetas en el Ateneo por el que pasaron, ahí sí, poetas consagrados o cuasi consagrados, pero bueno, poetas al fin y al cabo, todos somos lo mismo, aunque unos con más suerte que otros, unos más estudiosos o trabajadores que otros, unos con más ilusión y otros con menos, pero todos escribiendo versos, quizá es lo que nos iguale a todos y a todas, la verdad es que no sé por qué cuento todo esto, siempre lo hago, quizá para que se vea cuánto tiempo ha pasado desde entonces y que solo lo auténtico pervive en el tiempo. Esa tarde se cerraba un curso y nunca se sabe si otra etapa.
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Más de treinta poetas tenían que recitar o leer (se recita poco y se lee más), así que Félix y Rosa comenzaron a llamar a los poetas a buen ritmo y, como de todo se aprende y el año pasado fue una auténtica tortura los móviles, este año los presentadores pidieron desde el comienzo del recital al público que los silenciaran, bueno, pues aún sonó alguno, pero pocos.
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Abrió el recital un excompañero del Aula I, Manuel Giménez González, con un bello poema que hablaba de palabras, después fueron saliendo poetas desconocidos para mí del Aula II que se alternaban con los del Aula I, aunque ya voy conociendo a algunos como por ejemplo a Carmen Carrasco, ella sí que recitó, un poema titulado Sultana Hechicera, no es memoria, es que tengo delante el cuadernillo del recital; también, del Aula II, mi querida Virginia Oviedo con su “Eterno Caminar”; Miguel García Casas leyó un poema que explicó previamente con esa soltura que le caracteriza titulado Carta a Nadie, con un juego de las palabras nada y nadie. Y del Aula I mis excompañeros, Henry Aylatán que nos deleitó con un bello poema titulado Después de niña, mujer, creo que dijo dedicado a su madre y Amparo Carbonell que también recitó y con fuerza, un poema que habla de las penurias que pasan los migrantes titulado Humanidad.
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La tarde seguía fluyendo como se dice ahora, y, naturalmente, he de nombrar a mis queridos poetas y maestros, (que como siempre digo, y dije también antes de leer mi poema titulado, Al Campanario de Santa Catalina) Vicente Barberá y Blas Muñoz, que tanto han enseñado a la hora de escribir versos a esta irredenta prosista que escribe la presente crónica.
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Vicente Barberá leyó un poema de su último poemario La Vida que Vivimos, titulado Ah, Clotilde querida, poema referido a la postguerra, como él dice en uno de sus versos, fueron tiempos difíciles. La Vida que Vivimos está lleno de misterios y Clotilde es uno de ellos que el lector tendrá que descubrir, yo ya lo he hecho.
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Blas Muñoz nos deleitó con un bello poema cargado de sentimientos titulado El Recuerdo, como él dijo antes de su lectura, un poema de versos dodecasílabos y nos explicó el porqué de una barra (/) en la cesura de alguno de sus versos, siempre se aprende con él, genial.
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Otros componentes del Aula I, como Antonio Mayor Sánchez, componente también de El Limonero de Homero, nos deleitó con un poema muy, muy bonito titulado Ausencias y Jaras, decía el poeta que había gustado mucho, pero lo decía como dando a entender que no sabía el por qué, yo sí que lo sé, los tres últimos versos dan un vuelco a los anteriores, cambia totalmente el iter del poema y lo cierra de una forma increíble.
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Nuestro excompañero del Aula I Virgilio Fuero Martinez, gran rapsoda, nos deleitó con un poema “Inigualable” e inigualable fue su manera de recitarlo.
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Gloria Atienza Anguita y Paco Romero, (Romero de Buñol), también excompañeros del Aula I, estuvieron allí. Gloria nos deleitó con un bellísimo soneto blanco y su esposo lo hizo con un poema que hablaba de la luna, con lo que me gusta a mí la luna.
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Por último, los dos presentadores de la tarde leyeron sus poemas. Félix lo hizo con su “Anunciación” de la primavera, un poema muy lírico que habla de jacaranda, lilas e incluso de arcángeles, con el que, francamente, me sorprendió. Y Rosa nos leyó un poema corto, muy cálido, que, desde luego, no estaba lleno de “Vacíos”.
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Fue una tarde llena de poesía y de amigos y de amigas, por ejemplo estaba mi querida Vicky María Victoria Roig Borras, tan divina como siempre, con su bellísima sonrisa que no pierde nunca; no pudieron asistir las esposas de Antonio y de Blas, Chus y Merche Mercedes Garay a las que eché de menos, pero tenían poderosas razones para este curso ausentarse, les mandé mis recuerdos para ellas; Maria Bohigas también estaba, me alegré mucho de verla, recién operada de la mano tampoco pierde su alegría que nos transmite a todos; eché de menos a Jose Luis Vila Castañer y a Victoria, el poema que leí, Al Campanario de Santa Catalina, lo escribí a raíz de las nuevas campanas que por fin brillan y suenan en su torre, está dedicado a José Luis, él y sus compañeros de la Asociación de Mestres Campaners de Valencia han tenido mucho que ver en que las campanas de Santa Catalina sean una realidad; y la Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Consellería de Cultura i Esports de la Generalitat Valenciana que fue la promotora integral del proyecto impulsado por la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos que atienen el templo de Santa Catalina desde 1950, el Arzobispado de Valencia y la Asociación Cultural Mestres Campaners del que forma parte José Luis como decía antes.
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José Grimalt, para casi cerrar el acto, nos teatralizó el poema "Elegía" (dedicado a la muerte de su amigo Ramón Sijé), de Miguel Hernández tan en su estilo, de forma tan intensa porque como él comentó, la poesía ha de hacer sentir.
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Como dije antes, con la intervención de la cantante lírica Ana María González, se terminó el recital.
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Félix y Rosa despidieron el acto y nos animaron a que nos hiciéramos la tradicional foto del grupo.
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Y, viendo la cantidad de gente que se estaba reuniendo en esos corrillos habituales, me fui hacia el ascensor, a mí nunca se me olvida el Covid, sigo cuidando de mi madre, cada vez más vulnerable, y esperé a todos y a todas en la calle para despedirme.
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Nos hicimos algunas fotos y nos despedimos sin saber el futuro del Aula I, si volveríamos a reunirnos, si el Ateneo valenciano encontrará soluciones para los problemas que han surgido este año, yo estoy convencida de que harán todo lo posible y si no, pues no pasa nada, acabará una etapa y quizá empiece otra, no sería la primera vez ni será la última. Todo tiene un final. Como la vida.
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Había sido un día caluroso, pero el aire ya estaba refrescando, así que eché a andar para estirar las piernas hasta la parada del autobús que hay en El Corte Inglés, me acordé de que tenía que comprar un regalo y entré. Enseguida encontré lo que quería, lo pagué y salí a la parada. Qué suerte, al minuto llegó uno vació, para mí que el conductor tenía prisa por llegar a tiempo de ver el fútbol porque volaba, iba sentada y tenía que cogerme porque me resbalaba en el asiento cuando cogía las curvas, claro, en dos minutos me planté en mi casa, o se pasan o llegan estos conductores.
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Ya en casa pensaba qué divinas son estas reuniones de poesía, un género que parece que no esté, pero que está y muy vivo, en pequeños reductos, sin premios Planeta ni nada de eso, pero está, y es lo más importante.
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Desde aquí quiero felicitar a todos y a todas por una tarde tan bella, os deseo que paséis un feliz verano. Gracias, queridos poetas por tanto y tan bueno. Valencia sigue siendo el centro de la poesía y el Ateneo Mercantil de Valencia nuestra casa poética y la de todos. Esperemos que siga siendo así.
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Gracias una vez más por leerme. Dejo alguna fotografía y algún video que hice.
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Magda Villarroya. Escritora y poeta. Valencia, Junio de 2024.

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