Abierto a todas las personas que aman la poesía y quieren compartir momentos agradables. La poesía también nos puede unir en la amistad y alejar el sufrimiento.
lunes, 24 de agosto de 2015
Juan Carlos Mestre - Cavalo Morto
Me han pedido que complete el poema de CAVALO MORTO. ¡Ahí lo tenéis para vuestro disfrute... y un abrazo!
domingo, 23 de agosto de 2015
JUAN CARLOS MESTRE
De su libro LA CASA ROJA (2008) editorial
Calambur, primorosamente dedicado, dos fragmentos:
De CAVALO MORTO:
“Cavalo morto es un lugar que existe en
un poema de Lèdo Ivo. Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una
moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas, posada sobre
la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas
prehistóricas alrededor de una Sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres
semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves”
De SALMO DE LOS BIENAVENTURADOS (sólo dos
de las 17 que postula: la primera y la última):
“Bienaventurado el que a los cuarenta
años no ha reconocido la recompensa y llama virtud a cordón de un zapato, el hombre
sin convicción que tumbado en la hierba pasa el día durmiendo y discute sobre
el esfuerzo con los saltamontes.
“ Bienaventurado el que condensa lutos
negros, porque de él será la última soga del relámpago, el primer peldaño en la
escalera del descendimiento”.
sábado, 22 de agosto de 2015
LOREN EISELEY
(Enviado por Víctor, para que penséis un rato entre calor y calor. Un
abrazo).
El antropólogo americano Loren Eiseley,
cuyas ideas se aproximan mucho a las nuestras, refiere una bella historia que
expresa muy bien lo que quiero decir:
"Encontrar otro mundo —dice— no es únicamente un hecho imaginario. Puede
ocurrirles a los hombres. Y también a los animales. A veces las fronteras se
deslizan o se confunden: basta con estar allí en aquel momento. Yo presencié
cómo le ocurría esto a un cuervo. Este cuervo es vecino mío. Jamás le he hecho
el menor daño, pero tiene buen cuidado en mantenerse en la copa de los árboles,
volar alto y evitar la Humanidad. Su mundo empieza donde se detiene mi débil
vista. Ahora bien, una mañana, nuestros campos se hallaban sumidos en una
niebla extraordinariamente espesa, y yo caminaba a tientas hacia la estación.
Bruscamente, aparecieron a la altura de mis ojos dos alas negras y enormes,
precedidas de un pico gigantesco, y todo se alejó como una exhalación y con un
grito de terror como espero no volver a oír otro en mi vida. Este grito me
obsesionó toda la tarde. Llegué hasta el punto de mirarme al espejo,
preguntándome qué habría en mí de espantoso...
"Por fin comprendí. La frontera entre nuestros dos mundos se había borrado a
causa de la niebla. El cuervo, que se imaginaba volar a su altura acostumbrada,
vio de pronto un espectáculo sobrecogedor, contrario para él a las leyes de la
Naturaleza. Había visto a un hombre que andaba por los aires, en el corazón
mismo del mundo de los cuervos. Había presenciado una manifestación de la
rareza más absoluta que puede concebir un cuervo: un hombre volador...
"Ahora, cuando me ve desde arriba, lanza unos pequeños gritos, y yo descubro
en ellos la incertidumbre de un espíritu cuyo universo se ha desquiciado. Ya no
es, ya no volverá a ser jamás como los otros cuervos... Desde entonces
comprendí que los milagros nos son actos de magia sino cambios de percepción y
por lo tanto posibles... tenemos muchas partes del cerebro que no hemos
desarrollado que nos pueden llevar a crear los milagros... incluso en los que
parece imposible".
viernes, 21 de agosto de 2015
VICENTE BARBERÁ ALBALAT
PÁJARO PERDIDO DE MI INFANCIA
Los recuerdos son hilos sin huso
y las quejas no tienen sentido:
son nada para nada al mismo tiempo.
y las quejas no tienen sentido:
son nada para nada al mismo tiempo.
Cantan las abubillas su monótono
¡Buuuh! ¡Buuuh!, desde las ramas
del roble de la rambla.
El terraplén se adorna con el té,
el tiempo y el temor a los recuerdos,
mientras el viento avanza
por la longeva arena gris.
¡Buuuh! ¡Buuuh!, desde las ramas
del roble de la rambla.
El terraplén se adorna con el té,
el tiempo y el temor a los recuerdos,
mientras el viento avanza
por la longeva arena gris.
La sequedad del aire
hiere el caparazón de los insectos.
hiere el caparazón de los insectos.
El jilguero también se queja
las alas quietas
y el corazón latiendo en el silencio.
las alas quietas
y el corazón latiendo en el silencio.
Las abejas no liban su alimento
porque en el cáliz nieva la tristeza.
porque en el cáliz nieva la tristeza.
Mares muertos de ausencia en tierra de
secano
con los lamentos viejos de los cantos rodados
con los lamentos viejos de los cantos rodados
frente al sol inclemente.
Me despierto y me asomo, rapaz sobre el
alféizar,
a la ventana antigua de mi casa
imaginada.
El silencio en mis labios,
al lado del dragón de la pared oculta
por la hiedra,
que no asciende por miedo al desencanto.
El silencio en mis labios,
al lado del dragón de la pared oculta
por la hiedra,
que no asciende por miedo al desencanto.
Miro los lindes
del bosque y de la rambla
y como un sueño vuela en mi memoria
el pájaro perdido de mi infancia
sobre tanto pasado,
sobre tanto dolor.
y como un sueño vuela en mi memoria
el pájaro perdido de mi infancia
sobre tanto pasado,
sobre tanto dolor.
(Inédito, 2015)
sábado, 15 de agosto de 2015
BLAS MUÑOZ PIZARRO
Blas Muñoz, primero por la derecha. (Fotografía de J. L. Vila) |
DE LA DEBIDA INCLINACIÓN[1]
Sorbes
la espuma que se vierte
por
culpa de una mano apresurada
que
no supo medir
dos
acciones sencillas:
Moderar
la caída de la helada cerveza
(lo
que sólo depende
de
la debida inclinación que debe darse
a
la botella o a la jarra)
sobre
la cara interna –y nunca sobre el fondo–
de
un vaso, preferentemente de cristal
(lo
que sólo depende
de
la debida inclinación que debe dársele,
en
dirección contraria a la de la botella,
y
siempre, como es lógico,
debajo
y en su misma vertical).
Inclinas
la cabeza y, con tus labios,
recoges,
como digo,
del
borde desbordado de mi vaso
la
espumosa efusión de la cerveza.
Y
te miro.
Y
pienso, mientras miro, que debemos
buscar
en nuestras vidas
la
inclinación contraria, la imperfecta
por
la cual nunca fluya el amor sin espuma,
y
que en su derramado exceso
nuestras
bocas sedientas
al
beberlo
se
encuentren.
[1] Primer Premio de poesía
en castellano del XIII Certamen Literario ‘Ciudad de Sant Andreu de la Barca’,
convocado por el Fórum Cultural Gaspar de Preses y el Ayuntamiento de Sant Andreu
de la Barca, Barcelona (Junio, 2012).
VICENTE BARBERÁ ALBALAT
ANESTESIA
Mi cuenco de mendigar
ha aceptado
las hojas que han caído.
Santôca
En el
barniz oscuro de la noche
presientes tu quejido tan inútil
porque ya las cortinas se han cerrado
presientes tu quejido tan inútil
porque ya las cortinas se han cerrado
mientras
la luz se apaga lentamente.
Ese es el
cruel silencio del quirófano
donde desaparece lo vivido
en el vuelo del tiempo y en la niebla
que humilla al resplandor de los recuerdos.
donde desaparece lo vivido
en el vuelo del tiempo y en la niebla
que humilla al resplandor de los recuerdos.
Tu cuerpo
no te siente. Ya no existe.
Ha
enmudecido en el desierto estéril
del olvido, los días y sus huellas.
del olvido, los días y sus huellas.
Sólo al
azar tu despertar se debe
si la suerte se alegra al contemplarte
y el reloj no detiene tu desahucio.
si la suerte se alegra al contemplarte
y el reloj no detiene tu desahucio.
(De "De Amor y Sombras", 2014).
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