DESARRAIGO DEL ÁRBOL
Retóricas figuras de algún
descabezado
emperador o parlanchín, vivas
murallas, arriba, hacia el
cuartel
trascatedral de Ibiza, mirador
de tan bello paisaje,
incandescentes
aguas tranquilas, cuna nuestra.
Tal me recuerdo un día, joven
y tersa piel, finos cabellos
y recio cuerpo como un almendro
en flor,
como un lancero persa en
Salamina,
y así, picando el paladar, los
caracoles
y un vino fuerte, de tosca
gradación,
de gusto sólido, que calentaba
un sol
dentro del pecho.
Y luego descender, lleno de
dicha,
al luminoso carnaval, sencillas
cestas
para la compra de gaviotas,
uvas como limones, pescadores
solemnes, viejas mujeres trasegando
el luto
con lazo de color sobre la
trenza:
simprometida o fiel o ausente
el novio.
Alegría de esparto entrelazado
y algarrobo el dolor cuando al
dejarte
la mar se entreponía, dibujaba
un largo y rojo cuerno, una
gran bruma
de lágrimas y tul, entre las
cuales
potro era yo, espoleado en el
ijar,
abandonando el heno de su
caballeriza…!
“Ciudad
del Horizonte” (1973).
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