domingo, 17 de abril de 2016

PEDRO J. DE LA PEÑA EN POETAS EN EL ATENEO


RECUERDO DE LA AMADA REFLEJADO EN LA ALBERCA

Pudieras melancólico en esta larga hora
dejar lacio el cristal, las venas azulencas
un sosegado estanque, la transparencia, el rostro
de un desteñido tono, conmovedoramente
mirada sobre el hielo de las aguas marchitas,
deshojar los rumores de un pálpito, su pálpito,
el tenue contrapunto de esta nada tan triste.

Pudieras cultivar, como si aún fueses niño,
la ausencia de la madre, nostalgias preteridas
sobre un tapiz mohoso de tinaja y de miedos,
y ser como esos muebles que gotean el polvo,
que arañan en el alma con su erosión de siglos
o mirar en el péndulo cuántos minutos quedan
para sentir un eco de persistencias triste.

Porque aunque fuese ingrata como una luna hermosa
tuvo siempre en el seno suaves notas, jazmines,
donde todos recuerdan ese inmenso gemido
de su frente, tan fría para rozar los olmos,
tan escasa otra mano para cercar la suya,
y cómo no, evocándola, sentir el reto henchido
de una piedra muy triste, todavía más triste.

Pues si perlas lloraba ahora en perlas se anega,
en la orilla escotada de una mar sin dulzura
que abrasa el corazón, ya la copa vacía,
ya sangrante nenúfar acariciar sus hombros,
sonreír, pues es tierna la piel en ciertos sitios,
y deshacerte amando, todo tu pecho de agua,
mientras miras sus ojos donde un zafiro brilla.


“Círculo de Amor” (1972)

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