viernes, 4 de mayo de 2018

JOAQUÍN RIÑÓN: MEMORIA CREPUSCULAR

JOAQUÍN RIÑÓN, PRIMERO POR LA DERECHA


INTRODUCCIÓN

No es este el momento de analizar mi poesía. Demasiadas
nebulosas y borrascas ensombrecen mi pensamiento. Por
otro lado, la explicación de los temas y su técnica, es decir,
de las características que configuran el estilo (el lenguaje, el
léxico, el ritmo, y las imágenes, etc.), ya la hace generosamente
Antonio Mayor en el prólogo.

Los poemas que contiene este libro los he escrito en
los últimos doce años. No nacieron con la idea previa de
formar distintos poemarios. Todos ellos han sido publicados
en las distintas antologías de El Limonero de Homero. Y
parecía conveniente recogerlos en un solo libro; primero,
porque no tenía ninguno publicado con sólo mi nombre, y en
segundo lugar, porque, con la mayor perspectiva que da el
tiempo, podía reunirlos en secciones con cierta unidad tanto
temática como formal.

En esta labor han contribuido mis compañeros del
grupo El Limonero de Homero (Teresa, Blas, Vicente y Antonio)
haciendo posible que me diera cuenta de muchos defectos,
lo que llevó a bastantes revisiones y cambios: títulos
diferentes, estrofas eliminadas, cambios léxicos de lo que no
era coherente, e incluso poemas desechados en su totalidad.

Las seis partes aquí seleccionadas no corresponden a
un mismo tiempo de escritura, por lo que pueden notarse
distintos estados de madurez o de creatividad, lo que es lógico,
ya que el poeta debe experimentar nuevas formas en su
proceso creativo. Así, el primer poema, “Memoria crepuscular”,
que da título a todo el libro, responde a la constante
de un pensamiento y un razonamiento sensorial asociado a
las imágenes de la naturaleza. Este poema, con sus once
fragmentos, pone el foco expresivo en la valoración positiva
del adjetivo (aspecto este contrario a la opinión general de
los poetas), y en la combinación de versos heptasílabos y
endecasílabos, o de dos endecasílabos, y en otras medidas
cercanas al versículo. Sin embargo, la segunda sección, de
temática más metafísica u ontológica, es completamente
diferente. Son poemas breves, en los que he eliminado todo
lo que no es esencial, dejando deliberadamente cierta ambigüedad
sugerente para que el lector decida.

Recordaré también algunas afirmaciones que he
expresado otras veces, como que todo artista tiene que saber
siempre en qué escalón se encuentra; que mi poesía es de
meditación: “pensar el sentimiento y no al revés” como decía
Unamuno; que el poeta ha de ser un buen lector. (“Yo
soy un buen lector de las viejas ideas” oí decir en la radio a
una escritora de la que no pude saber su nombre); y dejar
que la memoria saque del olvido la paradoja de la vida, vida
que es misterio, como la poesía.
                                                               JOAQUÍN RIÑÓN REY



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