sábado, 16 de junio de 2018

EL LIMONERO DE HOMERO EN LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA, EL 21-06-18

BLAS MUÑOZ, SEGUNDO POR LA DERECHA



DÍPTICO DE LAS EDADES[1]


(Diorama de interior con figuras y televisor al fondo)



                       1

Sin nadie que la mire, la pantalla
derrama en el salón el sufrimiento
de unos seres lejanos, y una voz,
con la misma cadencia con que luego
contará los vaivenes de la bolsa,
relata algo terrible de unos hombres
que entrelazan sus manos en silencio
como si en el dolor no hubiera sitio
para el grito o la rabia, sino sólo
un vuelo entristecido de impotencia
muriendo entre sus dedos: 
                                           Ella, ausente,
aún oye esas palabras (y el temblor
de un pájaro aterido que aletea
confuso en la terraza) cuando llega
desde otra habitación con una copa
que aproxima a sus labios entreabiertos.
Y bebe mientras mira, ya en la entrada,
a quien la sigue, y ríe, y le besa,
y se deja caer en el sofá…
y cambia de canal (como de amante)
ante la herida imagen que la asalta.



                       2

Aquellos que aún se aman, como siempre
se amaron, o que dicen que se aman
como siempre se amaron (engañándose,
si es que acaso se engañan, sin saberlo,
con otro tibio amor que también es
amor), se rinden cada tarde al cálido
refugio del silencio compartido.

No queda nada por decir si ya
se ha dicho todo. Pero ellos saben
que aún les queda lo dicho por decir,
aunque haya sido dicho, ya que nada
es igual al volver, siendo lo mismo,
cuando viene del ser que nos conforta,
del ser que nos explica y justifica.

En esa breve hora del descanso,
ante el televisor, la vida deja
de latir, como un gato en la penumbra,
inmóvil mientras fuera tal vez llueve
mansamente y aquellos que aún se aman
entrelazan sus manos en silencio.
Blas Muñoz

[1] Primer Premio del VII Certamen Internacional de Poesía 'Amigos de La Herradura' (Granada). 2013.

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