Querámoslo o no, pienso, en lo más oculto de nuestro pensamiento tenemos un enlace con nuestra infancia y con las cosas que nos marcaron. A veces, con ocasión de ciertos festejos y conmemoraciones, cuando dejas suelta la imaginación y el subconsciente llama a tu puerta, asoman ciertas escenas que en algún tiempo ocuparon tus emociones y sentimientos. Eso me pasa a menudo cuando se acercan los actos de Semana Santa. Os puedo asegurar que cuando la presencié en Sevilla, se saltaron todos los resortes. Y así surgió el soneto que me atrevo a dedicaros con un fuerte abrazo, en esta ocasión no demasiado cálido para que no os abrase al juntarse con este caluroso verano.
HODIE
MECUM ERIS IN PARADISO
Para mover mi fe
Te bastaría
con tu dedo
tocar mi atroz semblante,
y a los ojos mirarme
un solo instante
cuando comience
a amanecer el día.
Señor, que me
ayudaras pediría
y que tu amor me
diera en adelante
dicha y
felicidad como a un amante
que, por tenerte
a Ti, con fe porfía.
Y es que me
gustaría amarte tanto…,
y tenerte a mi
lado como amigo,
que componer
quisiera un dulce canto
—con el que pueda
estar siempre a tu abrigo—
y elevarlo con
fuerza, como un santo,
para en el
Paraíso estar Contigo.
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