Japón para un
turista occidental tiene numerosos atractivos culturales, religiosos,
paisajísticos y gastronómicos por solo citar algunos. Tokio es una de las
ciudades más extensas y dinámicas del orbe. Allí se encuentran representadas
las principales empresas del mundo. Se yergue encima de una de las placas
tectónicas más peligrosas de la tierra por lo que se concentra una gran
actividad sísmica. Fundado en el siglo XV, en numerosas ocasiones ha sufrido
terribles terremotos, siendo el más horrible el que ocurrió en 1923 con una
intensidad de 7,8 grados en la escala de Richter. Afectó principalmente al
puerto que fue arrasado totalmente. Sus casas, de madera, ardieron y se elevó
un dragón de fuego a modo de tornado en llamas. Murieron más de ciento cuarenta
mil personas como consecuencia de las quemaduras y de la actuación de la
policía que mató a numerosos coreanos y ladrones que se aprovechaban del terror
robando lo poco que podían. Un hecho, de los muchos que escuché contar, me
obligó a visitarlo para percatarme in situ de la magnitud de la tragedia: un
grupo de prostitutas explotadas por un comerciante fue encerrado en un barracón
en pleno incendio de la zona. Ellas, viéndose irremediablemente perdidas, se
pusieron a gritar hasta que alguien les pudo abrir la puerta. Al escapar, el
empresario, por llamar de algún modo a su explotador sexual, las condujo hacia
una balsa próxima. No era cuestión de perder el negocio. La balsa fue
llenándose de gente hasta quedar repleta poco antes de que las llamas acabaran con
todos.
(Texto de mi próxima novela)
No hay comentarios:
Publicar un comentario