ALBAÑALERA
(Me impresionó tu
imagen recogiendo desperdicios al amanecer)
El naufragio de la noche
acogió tus huellas.
Te busco en la puerta
del amanecer.
Hostigas a tu paso el
rezo de la luna,
en tu vientre silencias
la semilla,
los diversos frutos
ofrecidos.
Mientras te observo, las
luces del alba
pregonan la medida justa
del hechizo.
Solemne melodía de
escombros
entre tus manos. En
juego de pupilas
la acumulada muerte
desvela
brazalete quimérico de
existencia.
Tu presencia,
representación del circulo
en el origen. Por tus
cabellos flores
y cuadratura en
incoherente yunta.
Resplandor de inocencia
en el ajado cuerpo.
Las líneas cerradas del
rostro
salpican la abadía de la
aurora.
Cada pie brebaje de
firmeza.
La carga de papel sobre
la espalda
abraza desafiante el
recorrido cansado.
Un pájaro cíclico, el
hambre,
de alas inmensas y
amenazantes
escolta las horas de
fatiga.
Dulcemente desoyes su
canto.
¡Erguida mujer! Sobre la tierra
descompones el fragmento
calcinado
de la rutina.
(Albañalera,
1992)
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