Miembros del LIMONERO DE HOMERO: Antonio Mayor Sánchez, segundo de izquierda a derecha (Composición fotográfica de José Luis Vila) |
Currículum
Vitae:
En los
primeros sesenta estudia Filología Románica en Salamanca. Amplía estudios en
París y Londres. Publica sus poemas y dibujos en diversas revistas literarias
de Salamanca, León, Valladolid, Madrid (El Gallo, Mas, Álamo, Claraboya, etc.)
Es doctor en
Filología por la Univ. Complutense de Madrid. Fue Rector de la Universidad
Laboral de Las Palmas de Gran Canaria, Jefe de las Misiones de Cooperación
Técnica de España en Costa Rica, profesor de Didáctica del Español en la UNED
de Costa Rica, experto en Formación del Profesorado en Centroamérica y
Colombia.
A su regreso
a España en los años ochenta, se incorpora a la Escuela de Magisterio de Cheste
como jefe del Dpto. de Lengua y Literatura Españolas. Fue catedrático y jefe
del Dpto. de Castellano del IES Luis Vives de Valencia, donde se jubila en
septiembre de 2011.
Desde el año
2008 pertenece al reconocido grupo de poetas “El Limonero de Homero” con
tertulia semanal en el ateneo Mercantil de Valencia. Publica sus poemas en la
antología anual del mismo nombre. Obtiene algunos premios y menciones como
finalista en diversos certámenes literarios. “En 2012 gana el primer premio de
poesía del 54 certamen de poesía “Fiesta
de la primavera” de la agrupación “Amigos de la poesía” y del Ayuntamiento de
Valencia. Finalista del premio de poesía “Juan Calderón Matador” en 2012 y
2013. Finalista en el premio de poesía “Ciudad de Badajoz” en 2014 y Premio de
poesía “Gerardo Diego” de Cantabria en 2013.
EL SOLDADO HERIDO
En la copa del valle
Se sedimenta la muerte del soldado herido.
Escuchad cómo la sangre echa raíces tierra abajo
Hasta hacerse bulbo de cebolla incendiaria.
Ásperos córvidos mantienen el aire en agitada espiral;
¡inspiración!
Luego caen moteando la nieve que se entibia en rojo;
¡expiración!
¡Oh fortuna, qué adversa le fuiste…!
Desgarrando primero el ojo en el que el cielo
Se pinta del último azul, luego
Desentrañando toda retahíla de víscera, sensitiva aún.
Dejad ese corazón ya sembrado sin tocar
Con el ala negra ala del presentimiento.
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