EL CUERPO
Soy
el inquilino de este cuerpo
al
que cosas extrañas le ocurren.
Lo
observo con curioso cuidado,
con
ayuda de un espejo,
y
veo sus defectos: tiene el pelo graso,
los
ojos húmedos, el pecho flaco
y
apenas se le ven los labios.
Me
decían, hace nada:
¡con
lo joven que eres!;
me
extrañaba, y huía de allí con una sonrisa.
El
cuerpo ha ido variando
con
el tiempo o en contra de él.
Me
dicen, tocándome el hombro,
¡qué
joven estás!
y
vuelvo a coger el espejo
por
el mango, lo pongo
frente
al rostro y entorno los ojos:
es
verdad, digo, ¡qué joven fue!
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