Aquellas tiernas postales de nuestros padres y abuelos. |
QUIETA NOCHE
(…) no sé si eres o te hago
con la dúctil arcilla de
mis sueños
y un eco despojado a las
estrellas (…).
María Sangüesa
En esta
quieta noche, y al abrigo
de mi
escasa alegría por vivir,
veo mi
escaso tiempo transcurrir
sin
comprender por qué no estoy contigo.
Perdido y
alejado, no consigo
acercarme
a tu lado, recibir
el amor
que me ofreces y admitir
tus gestos
de acogida como amigo.
Soy
incapaz de amarte sin quererte
y la ciega
pasión me está acosando.
No me
atormentes, ¡vete, por piedad!
Y puesto
que no puedo ya tenerte
a seguir
no me obligues, esperando
que
soporte mi vida en soledad.
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