Vicente Barberá Albalat, primero por la derecha, en el Jardín Botánico de Valencia |
RUTINA
Esta
sumisa luz que me ilumina
y ayuda a
que mis dedos, ya gastados,
sobre el
papel se rindan, agotados,
sin saber
qué escribir, ahora me inclina
a dirigir
mi mano, ya cansina,
con los
anhelos siempre renovados
para
encontrar recursos adecuados
que alejen
de mis versos la rutina
─que
esclaviza, aburre y martiriza─,
y a
propiciar que surja en cualquier lado
la
alegría, que es diosa advenediza,
en este
mundo triste, desolado,
en el que
todo devendrá ceniza
cuando el correr del tiempo haya acabado.
cuando el correr del tiempo haya acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario